Autobiografía extendida a los alcances, conocimientos y definiciones
Hablando de mis Coach de vida: mis padres
Mis raíces son mezcladas. Tengo dos culturas, soy Argentina naturalizada por mi padre y Venezolana por nacimiento por mi madre. Para poder conocer mis primeros aprendizajes debo tener consciencia de mis primeros coaches: mis padres. Mis primeros pasos en lo escenarios de lo imposible y lo prohibido los aprendí de mis progenitores, dos docentes y emprendedores humanos.
Probablemente durante muchos años estuve más cerca de un coach de lo que imaginé. Mi padre se desempeñaba en múltiples actividades ordenando valores intrínsecos de la vida: el orden, la pulcritud, los buenos modales, la buena alimentación, la puntualidad, el carisma, la habilidad de hacer diferentes actividades y el mantenimiento de una familia al igual que mi madre como docente en labores de manualidades y cantante soprano.
Los días se daban desde tempranas horas de la mañana con una forma única e irrevocable de ir a la escuela municipal a la que asistíamos mis hermanos y yo: - “o tienden las camas o no van a la escuela”. Nosotros buscábamos los edredones que no olvidaré nunca de los personajes más famosos de Disney: Blanca Nieves y los 7 enanitos. Mi padre nos llevaba a la escuela en una camioneta Chevy en los años 90 un poco apretados, pues era sólo de dos asientos para transportarnos a los 4. Al llegar a la escuela nos decía: -“al medio día los busco para ir a la piscina, no quiero quejas” y eso automáticamente nos hacía pensar que no debíamos meternos en problemas. Mi padre siempre nos daba dinero para desayunar en la cantina y llegaba tan rápido la hora de ir a la piscina que lo esperábamos el tiempo necesario mientras nos buscaban hasta que aprendimos a irnos solos a casa o hasta donde la abuela materna que nos recibía al salir de nuestros compromisos educativos en primaria.
Mi padre se desempeñó con pluridisciplinaria personalidad simpática como Coach de Water Polo, incursionaba en la tecnología e informática y fue comerciante nato gastronómico… ¡vaya padre! El manejaba los arquetipos por su necesidad humana de dejar un legado a la humanidad. Viajó 10 mil kilómetros para sostener una familia de la nada en Venezuela y participó en las comunidades educativas, sociales y deportivas con el interés de siempre dejar huella. Era todo un coach nato. Conoció diferentes ciudades. Su pasaporte argentino y venezolano pisó muchas instancias latinoamericanas, americanas, europeas, asiáticas y africanas. Aprendió a hablar francés, ruso, inglés, italiano, checo y su español mantenía el dialecto singular argentino. Las fotos y los reconocimientos llenaban las paredes destinadas para ponerlos. Las invitaciones a cada evento lo hacía un hombre de poder, un personaje público y un hacedor de generaciones. Todo un héroe que llevo tatuado en mi piel al igual que mi madre, una maestra muy dulce y elegante que enseñaba múltiples actividades y lograba captar la atención de sus estudiantes en los distintos procedimientos en las estructuras del aprendizaje significativo.
DESCUBRIÉNDOME
Descubrir fortalezas con el Life Coaching me ha llevado a despertar la necesidad de comunicar ante todo lo que deseo lograr en la vida. No obstante, no sabía que debía manejar una estrategia. Llegué a pensar: -“¿qué estrategia debo aplicar? ¿¡debo enseñarme!?” decidí enseñarme a planificar. Compré una agenda donde anoto absolutamente todo: claves, libros para leer, diligencias administrativas, ahorros, compromisos laborales, compromisos familiares, compromisos con mis amigos, cumpleaños, actividades para cumplir. Diseñé un plan de vida para éste año que dividí en 4 trimestres. 4 bloques que me dejaban visualizar lo que pretendía alcanzar para cada trimestre. Al principio, sin agenda, lo hice en una servilleta. Luego lo pegué en los primeros días de la agenda manual.
También, en mi agenda electrónica y en mi Smartphone lo empecé a hacer. Así tenía hasta 4 tipos de administradores de tareas. En el trabajo llevaba un cuaderno llamado “diario de actividades” y hasta los teléfonos los tenía en mi agenda manual. La previsión de no olvidar detalles me hicieron surgir poco a poco a lo largo de los trimestres las metas que deseaba alcanzar.
ORGANIZANDO MIS ACTIVIDADES
Me enseñé a mantener horarios en mi trabajo que me ayudaran a conservar la línea de mis responsabilidades en el área que me desempeño y mis actividades extras que son el diseño y el deporte acuático. Descubrí que con orden puedo hacer muchas cosas para sostener mis sueños. También compongo música y ejecuto la guitarra. Todos los días me propongo ejecutarla y ensayar para tener siempre el desenvolvimiento de cantar ininterrumpidamente el material inédito que fabrico desde que descubrí que la música es una pasión, un estilo de vida.
Soy diseñadora
Como diseñadora manejo una cartera de clientes. Mis clientes son la mussa más perfecta para seguir innovando y recaudando las últimas tendencias. Las vitrinas me ayudan a impulsar la actividad creadora cada día más exigente y la demanda de mis productos es infinita. Recibo alertas de preguntas en mis catálogos digitales y debo manejar una meta de producción. Empleo sólo 1 día al mes para hacer inversión de materiales y me concentro en esperar por “la musa” que me hará producir para complacer a la demanda que tengo de mis productos. Me gustaría resaltar que no tenía todos éstos recursos. El plan de vida me ayudó. Me propuse trabajar para alcanzar en el segundo trimestre de éste año un teléfono inteligente y un ordenador que me ayudaran a promocionarme como diseñadora y lo logré. Lo planifiqué con 6 meses para obtenerlos y tuve que hacer muchas llamadas, comparaciones y ahorros para que pudieran llegar estas herramientas a mi vida.
Soy músico
Ejecuto 2 instrumentos muy importantes: el cuatro venezolano y la guitarra clásica. Para aprender a tocar cuatro me costó muchas horas de práctica, dedos rotos por tanto ensayar con insistencia y perseverancia hasta que me salieron las tonadas completas de Simón Díaz como es el sueño de cualquier venezolano. Cabe destacar que no fue en 1 día, o en una semana. Lo intentaba en todos lados. Siempre viajaba con mi cuatro y lograba entonar lo aprendido y lo ensayado a la perfección hasta que terminaba con perfección mi entonación inédita también.
Desde que aprendí a ejecutar instrumentos comprendí que la práctica de ellos hacen que obtenga soltura y seguridad. Mi voz era entrenada por los acodes y mi mano era amansada por la práctica para mover las cuerdas con naturalidad y sentimiento. La voz y el instrumento transmitían la primera emoción que podía sostener por minutos: cantar con profundo amor y empatía. La eufonía de mi voz con vibrante lograban al final de mis interpretaciones la admiración y el reconocimiento de muchos junto a una expresión: -“yo quiero cantar así” o –“yo quiero tocar guitarra y nunca aprendí”.
Siempre trato de animar a las personas para que ejecuten instrumentos, se incorporen en corales o se inscriban en cursos para aprender lo que les gusta y me he dado cuenta que lo que yo tuve siempre presente aparte de la motivación de la satisfacción era la voluntad para agarrar esa guitarra o el cuatro todos los días y sonar las notas como salían hasta obtener la mecanización de mis dedos sobre los mástiles con soltura y la convicción de que siempre sonaba bien si ensayaba. Me convencí a mí misma de la potencia de mi voz. Me convencí a mí misma de las características únicas del sello de mis vibratos y mis técnicas vocales. Estudié por mi cuenta todo lo concerniente a la voz, a la música y a las tablaturas. Cantaba en el baño, cocinando, o en actividades sin restricciones. Le cantaba a mi hijo y sentía algo muy importante al cantar: mucha paz y armonía. Utilizaba mis cánticos como un mantra protector y como ensayo vocal.
Mi mamá es soprano lírico y había grabado un disco con mensajes culturales autóctonos a su tierra, ella no tenía la capacidad de componer. Aunque leía perfectamente el solfeo no tenía inspiración para componer, sólo realizó cover de otros compositores y no dedicó tiempo a la ejecución de ningún instrumento. Su único instrumento era la voz y la proyectaba con profunda potencia como soprano.
Mi coach como cantante es mi madre. Ella me escuchaba ejecutando los instrumentos con mucha torpeza y sabía, estaba profundamente convencida que lo lograría porque ella suponía que si me escuchaba todos los días lo alcanzaría. Luego me enseñó que la voz sale del entrecejo. Sí, del entrecejo. No comprendía mucho las clases de mi madre pero una vez, a solas decidí cantarme para escucharme. Y efectivamente, sale del entrecejo, de la mente, sale con la potencia que se sepa que tiene sin fingir ni imitar a ningún tono de voz, sale de la imaginación que la construyó por años para ya no ser imaginaria. Tiene tesitura, vibra y es única. La domina la mente.
Soy docente
Antes de cumplir la mayoría de edad comencé a trabajar, ganaba menos del sueldo mínimo pero no había culminado mis estudios de bachillerato. Me inscribí en una modalidad llamada “libre escolaridad” y me gradué con mucho sacrificio estudiando mediante el método de comprensión lectora con el material que nos facilitaban. Debía tajantemente estudiar el programa completo de cada materia que cursaba y ser evaluada mediante exámenes prácticos o escritos. Así logré mi título de bachiller. Una tarde me llamó una prima para presentar la prueba de admisión de la Universidad de Los Andes. Le manifesté a mi padre que ambas presentaríamos la prueba y estudié con apoyo de muchos amigos. No hice ningún curso introductorio, no había presentado en ninguna universidad. Opté a ingresar por la licenciatura en Educación Básica Integral. Presentamos y no quedé en el momento clasificada en el corte pero busqué información de lo que sucedería las siguientes semanas si estaba muy cerca del corte y me mantuve en espera. Introduje un documento solicitando que me tomaran en cuenta en el siguiente corte porque sobraban cupos y en efecto: en el tercer corte quedé. Pero antes de todo esto yo me había convencido de ser un estudiante universitario. Ya estaba dispuesta a lucir como un estudiante, a pensar, a ser crítica y aprender de todo lo que el perfil me decía que estaba dispuesto a formar en mí. Entré como una veinteañera a la universidad y mi pensamiento cambió a lo largo de 6 años muy duros dentro de una alma matter.
Soy líder
En la universidad me mantuve con expectativas. Logré ser candidata al centro de estudiantes en el año 2004 y me formé con mis siguientes coaches: mis maestros. Entre ellos había una gran cultura, fama, características y arquetipos que me hicieron construirme. El entorno me ayudó a continuar mi formación y aunque como jóvenes somos altaneros logré participar en la defensa de las necesidades académicas que teníamos ante el consejo universitario. Mis piernas temblaban y tomar en cuenta que lo que estaba haciendo era la lucha por los derechos de todos, el deber era protestar pacíficamente y conseguir que nos escucharan la argumentación para lograr una auditoría académica. Fue una de mis experiencias más gratificantes como líder universitario.
He sido líder en mi salón, en mis exposiciones, en mis transacciones y en los escenarios que lo permiten porque descubrí que todo lo hace la energía con la que me proyecte. Aunado a esto la convicción, la cohesión de mis expresiones y la empatía como líder con carisma. Logro convencer para obtener resultados. Trato de mediar para alcanzar objetivos. Soluciono rápidamente un conflicto y le doy importancia a lo que merece mi atención. Lo superfluo lo dejo congelado para analizarlo en un espacio que no necesite ni juicio, ni desecho. También aprendo de lo trivial.
Soy madre
Una de las experiencias más hermosas de una mujer es ser madre. Cuando alcancé éste objetivo mi vida cambió radicalmente para siempre. En mi camino durante todas las semanas de embarazo me acompañaban las características del proceso de gestación de mi hijo. Mi hijo llegó para enseñarme y aún, cuando no está físicamente también. Máximo Salvador nació con espina bífida que es el fracaso del tubo neural.
Aprendí e investigué tanto como podía. Aprendí a cuidarlo y a buscar las mejores alternativas de evolución para esta condición. La neurocirugía y la neurociencia a través de Máximo Salvador hicieron en mí una nueva persona así como el contacto con organizaciones, fundaciones y asociaciones destinadas al aporte de esta condición con diferentes tipos de ayuda. Aprendí a ser organizada con los avances médicos, aprendí a mantener el equilibrio de la prevención de ingesta de ácido fólico y me apasiona profundamente todo lo relacionado con el daño de tubo neural pues es una de las ramas de la medicina más enigmática y difícil de interpretar. Es un misterio.
Aunque aún se dispone de la expresión “baja incidencia” usando ácido fólico se desconocen las causas de esta condición. Se tienden a hacer hipótesis de los resultados y se están haciendo pilotos de operaciones en el útero para corregir el defecto del tubo neural, sin embargo conllevan riesgos y en mi país aún es un tema sin práctica a pesar de tener a excelentes neurocirujanos en nuestro país. Se indica la falta de recursos para operar y los sistemas de gobierno implantados que no promueven ésta rama de la ciencia con la importancia que merecen.
Ahora en la actualidad
Al hacer una catarsis de vida definí mi situación actual. Conseguí fusionar mis destrezas, mis habilidades y mis aspiraciones en un engranaje. Me planteo tener un empleo que me gusta donde se presenta la oportunidad de crecer y conocer nuevas teorías válidas. Hago deporte y continúo diseñando y componiendo. Mi crecimiento lo hago en tres aspectos: lo que pienso, lo que medito y lo que consigo con ello en el día a día. La rueda en todas sus expresiones se manifiesta positivamente y destellando estrellas verdes como un sim del famoso juego Los Sims. Muchas personas me preguntan cómo puedo alcanzar éstos estados y sólo respondo: -“yo lo decidí”.
Estar bien y llegar a lograr lo que pretendemos es una decisión. Aunque no tengo medios de transporte propios puedo estar en medio de una diversidad humana que me enseña sobre moda, música, tendencias, expresiones comunicacionales, olores y sensaciones que disfruto. Aunque no tengo hogar propio disfruto de mis vecinos prestados mientras trabajo en mis sueños. Me comprometí a mantener la armonía y la diplomacia ante cualquier circunstancia. Me quité los prejuicios y trabajo cada día más en mis formas de ver con sujeción u objetividad la cotidianidad que se me plantea.
Lo que estudio
Para aprender hay que: aprender a aprender y desaprender. Leo múltiples textos, escucho múltiples audiolibros y debato con firmeza sin ser dueña de la verdad. Me intereso por conocer estados filosóficos, psicológicos y espirituales. Aprendí a conversar con todos éstos libros y sus autores y a hacer mis propias conjeturas. Me di cuenta que mientras más discernimiento tengo más construyo mis propias estructuras mentales sin atribuirle a nadie en específico mi personalidad, mi rol en la sociedad y mi soporte cultural. Las estructuras limitantes las derribé con las manifestaciones del día a día y en la observación aprendo a definir aspectos que me favorecen y las acciones que chocan con los pensamientos que intento no alterar si están en armonía.
Planificar
Planifico y creo en el libre albedrío. No pretendo creer que todo saldrá como lo imagino. Una de las cosas que estoy aprendiendo en mi vida es a tener metas pero no a ser maquinadora ni manipuladora. Entendí y reconozco a un arquitecto del universo pero no manipulo con estados primitivos. Cuando maquinamos manejamos un grado de decepción, incluso de frustración por no lograr lo que nos proponemos como lo imaginamos. Todo apoyado a nuestros fundamentalismos según Clare Graves. Por ejemplo: una diligencia. Nos proponemos llegar a la hora que consideramos nos atenderán sin dificultades en un establecimiento. Llegamos y hay una cola de 20 personas aproximadamente. A cada persona se le atiende en un promedio de 5 minutos. Mi turno legará en 100 minutos. ¿Qué hacer en ese tiempo? ¿Irme? ¿Hablar con la persona que está delante de mí? ¿Quejarme?. Decido quedarme y esperar sin tortura, pacientemente. En el proceso se va el sistema 3 veces. Tardaré más de lo planteado. ¿Cómo reacciono ante lo imprevisto? Aquí conseguí la clave de lo que pretendo enseñar: la paciencia como don a despertar.
La paciencia
Cuando nos iniciamos en el camino de la paciencia es una manera de expresaros a nosotros mismos que los compromisos adquiridos presentarán inconvenientes, nos darán sorpresas y si tenemos éxito en el plan podrán darse sin contratiempos. La incomodidad que pasamos al no comprender que las situaciones pueden darse de diferentes formas nos daña masivamente el estado mental deteriorándonos sin cultivar valores. Pretendemos obviar el valor pero exigirlo a otros.
Debemos estudiar un poco las diferentes paciencias según el contexto. En algunas oportunidades la personas que tienen conductas con alevosía e impulsividad expresan: “es que no me tienes paciencia” y claramente expresan irónicamente: “acéptame, yo no voy a cambiar”. En otras oportunidades, esperando un turno para algún pago o adquisición de bienes y servicios sucede algo inesperado y el responsable nos dice: “tengamos paciencia, ya lo estamos solucionando”. En otro ejemplo, para un acto o evento aplazado los participantes desean saber la fecha replanteada y el organizador les dice: “pronto, tengamos paciencia”. Otro ejemplo para adquirir una destreza o alcances deportivos y estéticos al no lograrlos inmediatamente el facilitador o entrenador dice: “tengamos paciencia, ya nos saldrá”.
En todos los ejemplos anteriores se expresa algo tácito: el tiempo. Lo acompañan ajustes del pensamiento: “lo estamos arreglando, lo estamos solucionando, pronto, lo conseguiremos”. Estos ajustadores del pensamiento son una especie de propuesta que hace que el expectante deba apegarse a los resultados que no puede sugerir en el tiempo per comprende que sólo apegados a ese tiempo en el espacio podrá lograr lo que busca.
La paciencia es una palabra que tiene efectos alentadores para quienes atraviesan planos de morbilidad, para quienes estudian, trabajan, se enamorar, crean una familia, tienen una empresa, sostienen relaciones comerciales, etc. La paciencia en la clave del éxito. Ella debe ir acompañada de la diplomacia, el arte de no tener enemigos. La paciencia es un estado mental para hacer tangible una actividad. Con esto quiero decir que a un pintor, con paciencia, logrará alcanzar crear una obra de arte que le tomó meses en construir. A pesar de las tribulaciones logró edificar una pieza original que le retó todo el tiempo con las tribulaciones que pudo tener. Siempre optó por la paciencia. En algún momento expresó la necesidad de terminarla con ansiedad, no obstante siempre invocó a la paciencia.
Demandar un estado de paciencia implica tener la necesidad de que llegue para quedarse. Expresar irónicamente: “dame paciencia” indica un estado contradictorio de impaciencia e intransigencia. Las situaciones tienen escenarios con peso, razones, motivos y por qué. Ellas deben tener un matiz de expectativas y de sólida esperanza para alcanzar un logro. La paciencia es la exhortación al alcance de logros con indicadores que expresan motivación, aprendizaje y lucidez. La paciencia es un arte que debe desarrollarse y cultivarse en el espíritu a pesar de la cotidianidad y las adversas manías de los seres humanos. La paciencia requiere práctica y ejercicio, es hacer gimnasia en el tiempo de la espera para conseguir la mejor rutina avalada por la autocrítica. Ella produce un estado de armonía en cualquier actividad y nunca condena las circunstancias, al contrario, las acepta y está conectado con los resultados de poseer éste don.
Parece que debemos obligatoriamente añadir a ésta receta otro atributo muy importante que es la tolerancia. Es una gran fórmula: tolerancia y paciencia. Se dice que un niño que crece en un ambiente de tolerancia aprende a ser paciente. Cuando nosotros percibimos del entorno muchas manifestaciones que desencadenan una guía de convivencia debemos emprender un nuevo reto: ser tolerantes. Hay muchas frases de expresiones sin tolerancia que en la actualidad vivimos con el aglomeramiento de acciones. Cuando las cosas están muy acumuladas no hay tolerancia ni mucho menos paciencia. No es la misma paciencia que tiene un horticultor para esperar una cosecha que la que tiene un empresario una mañana de ruta para llevar a su hijo al colegio en una ciudad.
LSMVG
Toda la vida me crie con un Coach
(publicación en construcción)
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